La conquista no debe ser entendida simplemente como un suceso de invasión, sino como un proceso en el que se desataron un sinfín de fusiones entre los habitantes de Mesoamérica y los españoles. Debe entenderse que a los nativos indígenas debió impactarles ver sus tierras ocupadas por extranjeros, así como la llegada de personajes nuevos que hablaban una lengua diferente, que tenían ideas y creencias distintas a las de ellos.
No obstante, también es pertinente considerar el punto de vista de los españoles, pues no se trató únicamente de embarcarse, llegar a tierras desconocidas y comenzar a apropiarse de todo, sino que el proceso tomó tiempo, y dentro de él ocurrieron cuestiones que serían de gran importancia para forjar un nuevo estilo y modo de vida en el territorio mesoamericano.
Al principio, algunos acercamientos españoles a tierras indígenas eran recibidos con ciertos ataques, mientras que otros eran recibidos de manera pacífica.1 Esto nos da una idea de lo difícil que fue tanto para ambos algún tipo de encuentro. Si bien los indígenas podían sentirse amenazados por los españoles, estos últimos tenían que cuidarse de no recibir un ataque “por sorpresa”.
Con el paso del tiempo, al ser conscientes tanto de la presencia extranjera y como local, los indígenas lograron hacerse a la idea de que no permanecían solos, y con ello lograron demostrar cierto respeto los unos por los otros. Esto nos permite suponer que los indígenas recibieron de buena forma la presencia española, siempre que estos no mostraran, en primera instancia, interés alguno por usar la fuerza para hacerse notar.
Cuando los españoles se dieron cuenta de que finalmente habían aceptado su presencia, otorgaron regalos como muestra de respeto. De esto se aprovecharon ambos grupos, pues los españoles recibían riquezas y los indígenas demostraban el prestigio y autoridad que ejercían.2 Sin embargo, para ambas partes “el regalo parecía ser una herramienta para evitar las confrontaciones bélicas”.3
A los españoles les tomó tiempo conocer al “adversario”, pues debían aprender su lengua o enseñarles español a los nativos. El desconocer el idioma fue una desventaja para ellos, pues si lo hubieran hecho probablemente se habrían evitado algunos de los conflictos que se generaron entre ambos. No está por demás recalcar que, durante este periodo, hubo un sinfín de conflictos, no solo entre españoles e indígenas, sino también conflictos internos entre algunos grupos indígenas, como los mixtecos, zapotecos y mexicas.4
En un inicio, el plan de los españoles consistía en visitar “El Nuevo Mundo” y llevar todas las riquezas encontradas a la Corona española, sin embargo, esto no sería posible si permanecían en el territorio simplemente como invitados, recibiendo los obsequios que se les presentaban. Por ello, la violencia se convirtió en parte esencial para lograr sus objetivos y para tomar a la fuerza los grandes tesoros.
Así, después de la matanza en el templo de Huitzilopochtli las relaciones pacíficas que los españoles mantenían con los indígenas se rompieron definitivamente.5 Razonablemente, los españoles no permanecieron en el lugar, sino que se dispersaron por toda la región; no obstante, nunca dejaron de lado su plan de apoderarse del territorio y así ejercer el control total.
Cuando finalmente los españoles comenzaron a hacerse con el control de la región, no hubo cambios drásticos en cuanto a la implementación de una nueva forma de gobierno, sino que permitieron que continuara la que ya imperaba, con el tlatoani como su digno representante, con la diferencia de que ahora estaban bajo el dominio español y de alguna manera le debían lealtad a la Corona española.
Por otro lado, un factor de gran importancia dentro del proceso de conquista fue la evangelización. La introducción de una nueva religión, en este caso la religión católica, no fue fácil para los diferentes grupos indígenas. Sí someterse ante el dominio español fue difícil,6 lo fue aún más la enseñanza de esta nueva religión, pues el primer obstáculo era el desconocimiento del idioma.
Además, al principio los conquistadores se concentraron en erradicar la práctica del sacrificio humano y destruir los ídolos a los que los indígenas les rendían culto.7 Pese a ello, con la llegada de las diferentes congregaciones religiosas,sus ideales comenzaron a tener éxito y los indígenas aceptaron la religión, aunque no completamente, pues no perdieron su esencia. Asimismo, modificaron un poco sus antiguas costumbres para adecuarlas a las prácticas religiosas católicas,pero no las perdieron en su totalidad.
Finalmente, puede decirse que en el proceso de conquista ocurrieron diversos sucesos, muchos de ellos atravesados por el uso de la fuerza, con el objetivo de introducir una gran cantidad de cambios a una cultura que desde tiempos inmemoriales había vivido de una manera distinta. Asimismo, se aprecia la capacidad de aceptación que los indígenas tenían con otras culturas y en la imposición de nuevas ideologías, pues esto permitió que se diera una fusión de ambas ideologías y que se originara una nueva cultura.
1 Maite Málaga y Ana Pulido, “Días de guerra. Vivir la conquista”, en Gonzalbo, Pablo (coord.),Historia de la vida cotidiana en México, Tomo I, El colegio de México/ Fondo de Cultura Económica, México, 2004, p. 341.
2 Ibidem, p. 344.
3 Ídem.
4 Isabel Galera Isidoro, “La cultura mixteca frente a la conquista española”,Revista Española de Antropología Americana,vol. 22, 1992, p. 105.
5 Maite Málaga, op. cit. p. 363.
6 Laura Caso Barrera, “Vidas fugitivas: los pueblos mayas huidos en Yucatán”, en Gonzalbo, Pablo (coord.), Historia de la vida cotidiana en, México. Tomo I, El colegio de México/ fce, México, 2004, p. 473.
7 Benedict Warren y Patricia S. Warren, “La Evangelización de Michoacán”,Arqueología Mexicana, vol. iv, núm. 19, mayo-junio, Editorial Raíces/ Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1996, p. 40.
Caso Barrera, Laura, “Vidas fugitivas: los pueblos mayas huidos en Yucatán”, en Gonzalbo, Pablo (coord.),Historia de la vida cotidiana en México. Tomo I, El colegio de México/ Fondo de Cultura Económica, México, 2004, pp. 473-499.
Galera Isidoro, Isabel, “La cultura mixteca frente a la conquista española”, Revista Española de Antropología Americana, vol. 22, 1992, pp. 105-121.
Málaga, Maite y Pulido, Ana, “Días de guerra. Vivir la conquista”, en Gonzalbo, Pablo (coord.), Historia de la vida cotidiana en México, Tomo i, El colegio de México/Fondo de Cultura Económica, México, 2004, pp. 341-366.
Benedict, Warren y Warren, Patricia S. , “La Evangelización de Michoacán”, Arqueología Mexicana, vol. IV, núm. 19, mayo-junio, Editorial Raíces/Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1996, pp. 40-45.